Argumento:
Un grupo de amigos planea realizar un pequeño crucero en barca y aprovechar para observar los arrecifes de coral de Australia. Pero en el transcurso del viaje se encuentran con un pequeño imprevisto, la embarcación choca con algo y vuelca. La grieta es irreparable y profunda, así que la barca no durará a flote mucho tiempo. Los problemas siguen acumulándose porque la comida sale a la superficie y se esparce por el mar pudiendo atraer a los tiburones. La solución pasa por alejarse lo máximo posible de mar adentro, pero para ello han de abandonar la embarcación y nadar hasta la isla más cercana que se encuentra a unas diez millas, eso sí, con los peligros que entraña el mar.
Reseña:
No es que sea yo muy aficionado a las películas basadas en hechos reales, por entenderlas como algo más comercial que imaginativo y de las cuales mayormente se aprovechan de una desgracia solamente por rentabilidad, aunque puede que algunas veces se realicen con una buena intención, aun así, el dinero es lo primero. Pues eso, que no estando yo muy a favor de este tipo de películas, al escuchar la trama de “El Arrecife”, algo dentro de mí se movió para que la viera.
Andrew Traucki traslada a la gran pantalla una supuesta historia real que mantendrá en vilo a los espectadores a los que el agua les asusta, y no porque no les guste bañarse, sino porque el mar les impone (acojona) de una manera sobrenatural. Eso sí, esta experiencia no está plagada de tiburones, ni de ballenas, ni de delfines, ni de medusas, ni de toda esa clase de especies que habita ese otro mundo como es el mar. Si esperáis pasar un rato entretenido al estilo “Tiburón”, o “Piraña”, aquí no lo encontraréis, dicen por ahí que tiene un cierto parentesco a “Open Water”, yo no lo sé, porque entre otras cosas no he visto “Open Water”. Lo que desde luego se siente con esta película es tensión, y no porque sea un coñazo sino porque te hace sentir un estado de agobio e inquietud que llega a situarte dentro del agua, abandonado a tu suerte, con la única solución de nadar y nadar, con la cámara como si fuera nuestra piel, zambulléndonos en el mar para observar si hay algo a nuestro alrededor que nos acecha, pero con lo único visible de un azul profundo, infinito. Esta puede ser una pequeña gran experiencia para los que de verdad sienten un tremendo respeto al mar.
Además, las interpretaciones están bien llevadas a cabo. No la he visto en V.O, sino subtitulada en español, y la verdad es que no está mal doblada, excepto en unas cuantas subidas de tono que se denotan forzadas. De todas maneras si podéis verla en V.O, hacedlo, de esta manera las interpretaciones resultan mucho más realistas.
Lo dicho, si queréis pasar un rato metidos en el mar acompañados de algún que otro tiburón blanco para intentar sentir lo que les sucedió (supuestamente) a un reducido grupo de personas, no lo dudéis y probadlo, visionad esta película.
Nandy Puertollano
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