A finales de los 80’s DC decidió
dar los mandos de una de sus series estrella, La Liga de la Justicia, a dos bestias pardas como J.M. DeMatteis y Keith Giffen, el primero había realizado numerosos (y buenos)
trabajos tanto en Marvel como en DC, entre los que destaca La Última Cacería de Kraven (con un Mike Zeck espectacular, junto el que
compartiría equipo en una más que buena etapa en el Capitán América); el segundo (Giffen)
por el momento se había dedicado en exclusiva a DC, ¿quién no recuerda esas maravillosas Guerras Místicas en la Legión
de Super-Heroes donde Giffen era
el responsable tanto del guión como del dibujo? Si eres uno de los que no corre
sin mirar atrás a cualquier librería especializada y compra, roba si hace falta
la colección Clásicos DC_Legión de
Super-Heroes.
Pues bien DeMatteis y Giffen ni
cortos ni perezosos cogieron a los personajes (algunos más maltrechos que
otros) y los convirtieron en los personajes de la típica serie de situación
televisiva en un comic que en poco tiempo paso a ser una de las más vendidas y
laureadas de la editorial americana.
Tal fue el éxito (inesperado por otro
lado) que en pocos meses cambió de titulo y paso de llamarse La Liga de la Justicia Internacional a
la Liga de la Justicia de América ya
que se sacaron de la manga una Liga de La
Justicia de Europa, aaaaaaaaaaaaaaaaargh, tan buena o mejor incluso que la
primera. Las historias pasaban de lo anormal a lo absurdo en pocas páginas
llegando incluso a excesos cómicos y situaciones embarazosas con diálogos desternillantes,
vamos que el lector no podía dejar de reírse, de partirse la caja, de
descojonarse literalmente. Un humor rápido, fresco y con constantes referencias
al Universo DC desde un punto de
vista muy poco serio alejado del carácter de novela negra que habían sumergido
a Batman y compañía nuestros amigos Alan Moore y Frank Miller. Ni que decir tiene que a estas dos bestias del comic
de los 80-90’s poco se les puede criticar (de esa época que quede claro) pero
el carácter gamberro de la JLA/JLE
no tiene desperdicio. La parte gráfica también supuso un antes y un después en
el mundo del comic ya que nos descubrió la figura de Kevin Maguire, el dibujante expresionista (no alemán), un dibujante
del primer plano, que hace hablar a los personajes con los gestos, con un
detalle y estilo que le iba como anillo al dedo a la serie, podemos decir que
se creó un auténtico Dream Team. Maguire se mantuvo en unos cuantos
números dejando paso a un buen puñado de dibujantes que intentaron seguir su
estela, entre los que destacaron Chris
Sprouse, Mike McKone o Adam Hugues los cuáles pudieron mostrar
su carta de presentación en esta serie labrándose un futuro más que prometedor.
En la JLE mantuvo a los guionistas,
hecho que facilitó y propició numerosos crossovers entre ambas series mientras
que los lápices cayeron en manos de un primerizo Bart Sears (el hombre que dibujaba a machos y hembras igual, y no
precisamente femeninas). El grupo europeo nos mostraba una especie de grupo de
secundarios (casi castigados) super héroes en Europa (concretamente en París)
buscándose la vida para sobrevivir en una sociedad ligeramente diferente a la
suya y para aprender el idioma entre otras aventuras más épicas y honrosas.
Cambio de personajes, cambio de ubicación pero mismo espíritu socarrón.
Encontrar actualmente números de la primera edición de estas series (publicadas
en su momento por la desaparecida y añorada Zinco) es una tarea difícil, no imposible, pero que requiere de
tiempo y paciencia entre cajas y cartones. Por suerte Planeta tuvo la genial y brillante idea de crear una línea clásica
que bautizó como, tachaaaaaaaaaaaan, Clásicos
DC, incluyendo maravillas como Lobo,
La Legión de Super-Heroes, Batman y los Outsiders, Nuevos Titanes entre otras. Tomos de
algo menos de 200 páginas en un formato ligeramente más pequeño que el estándar
(similar a aquellos cómics de, aiiiiiiiiinx, Vértice) a un precio de entre 8 y 10 euros según el peso. En el
caso de la JLA / JLE se publicaron
un total de 18 tomos que incluyeron todo lo publicado y por publicar de la
serie respetando la cronología escrupulosamente, hecho que facilita muchísimo
el seguimiento de toda la amalgama de productos y subproductos (anuales,
extras, secuelas) que aparecieron.
Pasado el tiempo (y no hace mucho
que volví a meter el hocico en los tomos que tengo por casa) puedo afirmar,
confirmar y reafirmar que JLA / JLE
no ha perdido ni un ápice de frescura e interés, el humor es universal, no
cansa, no aburre, siempre se ha reído y esperemos seguir haciéndolo por
generaciones y generaciones … pocas cosas mejores y más baratas hay en este
mundo. Si en su momento no pudisteis disfrutar de esta de semejante espectáculo
no lo dudéis, ir adquiriendo con paciencia y una caña todos los tomos de esta
enciclopedia del humor superheroico y os partiréis la caja.
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