IRON MAN 3 (2013) USA, CHINA [Marvel Studios, Paramount Pictures]

Argumento
En 1999, Tony Stark conoció a Maya Hansen, una bióloga que estudiaba un nuevo experimento en el que las partes muertas o débiles de las plantas se regeneraran al instante. A la vez que Stark se acostaba con la doctora, dejaba tirado a un científico algo pesado y escuchimizado llamado Aldrich Killian.
Los años han pasado y a día de hoy Tony Stark sigue perfeccionando sus armaduras de hierro al mismo tiempo que va consolidando su relación con Pepper Potts. En uno de esos días, Pepper recibe la visita de un antiguo conocido, Aldrich Killian, el cual está experimentando con un nuevo virus llamado Extremis. En esos mismos días, el guardaespaldas de Stark es víctima de un atentado perpetrado supuestamente por El Mandarín y sus secuaces. Esto sacará a Stark de sus casillas y hará que rete a los terroristas delante de los medios. Ello le llevará a otro conflicto lleno de acción pero esta vez con más problemas de los que hasta ahora estaba acostumbrado.

La reseña del espectador (por Nandy Puertollano)
(Advertencia: Esta reseña no está hecha desde el punto de vista de un lector de cómics).

Cuando algunos terminamos de visionar Iron Man por primera vez, nos quedamos con ganas de más. La presentación que se hizo de este superhéroe (tanto de la máquina como del humano) superó con creces las expectativas creadas, anuló opiniones preconcebidas, y dejó atrás a muchos de sus homólogos.

En esa primera entrega fuimos testigos del ataque y secuestro a Tony Stark, de la consecuente implantación del cilindro en su pecho y de la invención del primer hombre de hierro. Lo vimos metido en su taller perfeccionando la armadura. Nos divertimos con sus primeras pruebas de suspensión en el aire. Conocimos la personalidad excéntrica de Tony Stark y su cambio de principios. Vimos a un Jeff Bridges notable en su papel de villano y una dosis justa de acción y de terroristas islámicos. Y todo, acompañado por la música de AC/DC, Black Sabbath y Suicidal Tendencies, entre otros. Todo esto, como digo, nos dejó a muchos con ganas de más.

Dos años después llegó la segunda entrega, que reunió a unos cuantos actores de renombre para dar más fuerza al reto de superar a la primera entrega o para que por lo menos no decepcionara. Y los elegidos fueron Samuel L. Jackson, Sam Rockwell, Scarlett Johansson, Mickey Rourke y Don Cheadle. Rockwell y Rourke se encargaron de los papeles de malos malotes y cumplieron; dos fuerzas diferentes unidas en contra de un enemigo común. Se dotó a esta segunda entrega de más acción con la lucha conjunta de Stark y el coronel Rhodes metidos en dos armaduras diferentes enfrentándose contra un ejército de drones parecidos a Iron Man. Fuimos testigos del Stark más excéntrico en la Expo Stark, conduciendo un Formula 1 y organizando una fiesta por todo lo alto en su mansión. Y por si todo esto fuera poco, también hicieron acto de presencia el doctor Furia y la agente Romanov. Nuevamente el metraje fue acompañado por la música de AC/DC, pero también se unieron a la fiesta Daft Punk, The Clash y Queen, entre otros.

Con estas dos películas, Tony Stark, con su apatía, sorna, inteligencia, sarcasmo, poder, y lo más importante y que hoy en día no abunda, carisma, se metía a una gran parte del público en el bolsillo. Pero esto le valió también para que en la reunión de superhéroes que daría salida a Los Vengadores (The Avengers), él, Iron Man/Tony Stark tomara un gran peso en la película quedando si no por encima del prestigioso Capitán América casi a la misma altura.

Y un año después de la aventura de Los Vengadores llegaría la tercera entrega del Hombre de Hierro.

La primera foto que vi del film de Iron Man 3 me llamó la atención para mal (recuerdo que no escribe un comiquero). Pude observar una nueva armadura, una armadura pintada con los colores de la bandera estadounidense, (lo llamarían Iron Patriot), y lo primero que me vino a la cabeza fue un Iron Man patriotero. Me equivoqué, aunque no del todo. La armadura patriótica no la viste Tony Stark sino el coronel Rhodes.

En esta nueva entrega del hombre de hierro, Tony Stark nos presenta un nuevo invento que consiste en unos implantes en los antebrazos con los que maneja la armadura de Iron Man como quiere, y se la puede poner y quitar con simples movimientos de manos a quien quiera. Un nuevo invento que gustó ver. Pero esto no fue todo. Además de este invento, Stark creó armaduras de hierro capaces de ser manejadas sin hombres dentro, desde fuera. Otro avance. Pero no todo está a favor de Tony Stark y la experiencia que casi le cuesta la vida con Los Vengadores ahora le pasa factura. Y para que nos dé un poco más de lástima, los encargados de esta tercera entrega nos muestran a un Tony Stark que en algunos momentos me recordó al tercer Bruce Wayne de Nolan. Abreviando: más Stark/Wayne que Iron Man/Batman. Pero quizás esto no sea lo malo del film.

Por otro lado Guy Pearce interpreta a Aldrich Killian, un científico que expone su nuevo invento a Pepper para intentar que industrias Stark le ayude o para que ella se apunte al proyecto. El personaje tiene su gancho al principio, pero quizás queda por debajo de los anteriores villanos, conforme avanza el metraje va perdiendo credibilidad, sobre todo cuando muestra su faceta más iracunda y sus ardores de estómago. A éste le acompaña su acalorado séquito, que acaban como él; de más a menos.
Por otro lado tenemos a Ben Kingsley en el papel de El Mandarín, una especie de Bin Laden que dará un giro inesperado en la película y sorprenderá a todos para bien o para mal.
Y aparte tenemos un par de villanos más que no nombraré porque puedo joder la marrana, pero que al final pasan casi a pies putillas a pesar de su importante rol.
La doctora Maya Hansen, interpretada por Rebecca Hall (sí, como los caramelos pero sin la ese), es un personaje interesante de la historia que tal vez sale poco en pantalla. Es la sensación que me dio cuando terminé de ver la película.
Y de los demás personajes, a los que ya conocemos, poco que decir de ellos, quizá que Pepper toma un protagonismo, para mí, exagerado, al igual que el guardaespaldas de Stark.

Y por último, la nueva arma. El virus Extremis. Una idea que arranca bien y que se explica con claridad pero que a la hora de ponerla en práctica se abusa de ella, se exagera y no funciona como debería. ¿A qué me refiero? Pues que al final, si las cosas no se analizan ni se enfocan bien, pueden dar lugar a escenitas irrisorias como el aliento calcinador o la ropa ignífuga.
Pero esto no es lo único que chirría del film. No, no es lo único. Además del hombre-volcán que se regenera que echa hostias y de la ropa ignífuga, añadamos el forzado protagonismo del personaje Stark, el empalagoso patriotismo estadounidense, el despilfarro de fuegos artificiales del final, la insoportable misión de “Salvar al presidente”, la odiosa e inevitable comparación de la tercera de Batman y esta tercera de Iron Man, y un final que no me quedó muy claro, nada claro, además de un par de secuencias importantísimas que pasan a la velocidad de la luz.

En fin, de mejor película de la saga, nada de nada. Si esperáis ver un espectáculo visual, os lo encontraréis (para eso se han gastado 200 millones de dólares), sin duda es lo mejor de la película. ¿Entretenida? Sí, pero yo prefiero las dos anteriores.
 



 
 
SPOILERS
Bueno, como ya viene siendo costumbre, lanzaré unas cuantas dudas existenciales que me quedaron después de ver el film.


¿Por qué los malos atacan la mansión Stark cuando él da su dirección públicamente? ¿No quedó claro dónde vivía después del fiestón que organizó en la segunda película? Bueno, pensemos que esta gente está un poco despistada y que Killian, a pesar de conocer a Peppers, no tiene la astucia como para dar con la morada de Stark. Pero tras el ataque indiscriminado de los helicópteros contra la mansión y su consecuente destrucción, ¿cómo se explica que hayan quedado diez o doce armaduras completamente intactas? Hagamos otro tupido velo y pensemos que estaban resguardadas perfectamente para cualquier ataque similar al acontecido, pero entonces, ¿por qué no salieron antes a escena? ¿Por qué no echó mano de ellas Stark hasta el último momento? ¿Tan pedante es este hombre que se permite el lujo de chulear de esa manera?
 
Sobre la ropa ignífuga no hace falta hacer ninguna pregunta, ¡qué coño, hagámosla!: ¿Cómo cojones se explica la escenita del final de Peppers cuando está al rojo vivo y el sujetador se mantiene incólume? Los menores de edad, tonto. ¡Es verdad, los menores de edad! ¡Excusas! ¡Tomen ejemplo, señores! Si otros fueron capaces de dejar casi en pelotas al hombre antorcha en Los 4 Fantásticos y no mostrar sus partes, ¿por qué no se las ingeniaron para hacer lo mismo en esta ocasión? Para qué lo vamos a hacer bien (pensarían), si de todas maneras vamos a recaudar un pastizal. Se augura que será una de las películas más taquilleras de todos los tiempos. Vergonzoso, señores, absolutamente vergonzoso. Mientras que Dredd ya está considerada una película de culto y no logró recaudar los 50 millones de presupuesto, Iron Man 3 posiblemente dentro de poco se colocará entre las tres películas más taquilleras de la historia.

 

Nandy Puertollano

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