El narrador de la historia de este
libro es Ana Blumme, una mujer que escribe una carta a un anónimo en
la que le cuenta que es de ella desde el día que llegó al País de
las Últimas cosas. En este lugar, la única función que tiene la
autoridad es reciclar obsesivamente, con el fin de conseguir fuentes
de energía para un mundo que se esta muriendo. Esta obsesión, llega
casi a la criminalidad por parte de los que mandan en este sitio,
llegando incluso a castigar a quien haga funerales a sus seres
queridos, ya que cuando la gente muere, el cadáver debe ser
entregado a los funcionarios del estado para su “reciclaje”.
Trágico también es el clima de este lugar, tan impredecible que en el mismo día, puedes ver una mañana soleada, la tarde con lluvias torrenciales y por la noche todo nevado. Todo esto es algo terrible para los infelices que viven en la calle, que son la mayoría de los habitantes de este lugar. Pero lo más horrible de este sitio llamado el País de las Últimas cosas, son las diferentes sectas creadas con un único objetivo, morir. La diferencia entre ellas es la forma en ejecutar su trágico final, hay una llamada “Los Corredores” que quieren alcanzar la necesaria forma física para correr hasta morir por la fatiga. Otra, llamada “El último Salto”, tiene como misión subir a lo más alto de los edificios para lanzarse al vació.... Todo tan irreal.
`El País de las Últimas cosas´ es una inigualable y fantástico mundo distopíco a la altura de otros tesoros de la literatura como `1984´ de Orwell o el `Un Mundo Feliz´ de Huxley. Esta novela de Paul Auster nos hará reflexionar sobre la condición humana, una condición que oculta cosas terribles. Venga, la locura os esta esperando....
J.C. Guzmán Molina.
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